jueves, 27 de mayo de 2010

Capacidades Sociales

Hoy he ido a Murcia. Sobre las 12 h. iba en coche, escuchando un compact que había grabado, cuando me paré en el semáforo de la rotonda del Ikea. El primero que te encuentras al salir de la autovía.

Era el primero que se paraba, no había nadie en el semáforo ya que todos los demás habían pasado antes de que lo alcanzase. Al detenerme, y estando en el carril izquierdo, reparé de inmediato en la mujer que allí estaba parada, de pie, para pedir dinero. Antes de que se arrancara a demandar unas monedas, miré al frente y dejé que pasara delante de mi coche y que continuara su labor con aquella decena de coches que habían llegado casi de inmediato detrás mío, sin siquiera mirarle a la cara. Simplemente la ignoré.

En ese momento, no pude evitar preguntarme una cosa: ¿Qué hace más daño: que desde dentro del coche, con el aire acondicionado enchufado y escuchando música le digas que no le das nada; o que simplemente la ignores?
Por muy dramático que quiera ponerlo (¡¡¡cómo si llevase un Mercedes-Benz, tuviese yo un aspecto de ricachón, tuviese el aire acondicionado y estuviese agustísimo escuchando música con un sub-boofer que yo mismo hubiese instalado en el maletero!!!), no tuve cojones de mirarla a los ojos y decirle que no le daba nada. Tan siquiera eso.

Ignorarla no ha servido para que me sintiese mejor por no haberle dado dinero, incluso me ha hecho sentirme peor.
¿Qué debe hacer más daño? No lo sé. Pero la próxima vez afrontaré vergüenza antes que cobardía.

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