Una vez más, y sobretodo últimamente, le he vuelto a dar vueltas a las cosas. El motivo: reafirmarme siempre en lo mismo desde un punto de vista un poco perdido y sin una lógica aparente. Necesito compartir lo que soy; o quien soy.
Ultimamente llegaba a la conclusión de lo que quería hacer mediante los sentimientos que tenía, es decir, siento diversas emociones y me digo "esto es lo que me apetece", "esto es lo que me gustaría hacer de acuerdo a lo que siento", etc. Sin embargo, todo esto viene dado desde una perspectiva psicológica general que no alcanzaba a verla con los ojos del razonamiento debido a las emociones que la dominaban.
Para entendernos mejor diré que la forma de ver las cosas es la base de nuestras acciones y las adaptaciones a las situaciones de la vida. Así, cada vez que me equivoco, el hecho de que lo vea como una oportunidad de aprendizaje, es mi ventaja y mi ganancia. Es lo que me hace positivo y que todo venga de cara.
Pero me estoy alejando del motivo por el que me he lanzado a escribir en esta mañana de sábado. He recordado porqué necesito compartir (o siento que necesito compartir mis sentimientos): hacer cosas por los demás, ser altruista, cambiar el mundo y todas esas cosas que me inundaban últimamente y que proponía como una meta futura para alcanzar la felicidad (que al fin y al cabo está en mi mismo).
Y es que todo viene de una postura psicológica o un punto de vista que alcancé hace ya mucho y no me acordaba. Era verano del 2005. Tras la muerte de una compañera de instituto y mi posterior sensibilización por las "cosas que realmente valen la pena", alcancé una conclusión. En mi pregunta "¿cuáles son las cosas que realmente valgan la pena en la vida?", sólo pude encontrar una respuesta. Una sóla cosa pude encontrar aquella noche de reflexión, dejando la lista abierta durante años por si aparecía algo más que meter dentro.
Los sentimientos.
La respuesta me vino al preguntarme qué es lo que me hace sentir vivo. Sólo SENTIR.
Ya puede ser dolor, angustia, pena, alegría, frío, calor,... estamos vivos y sentimos. ¿Por qué no sentirse vivo sintiendo?
Incluso llorando con una película triste, uno se puede sentir bien. Es extraño, pero uno se siente vivo. ¿No?
Ahora, volviendo al aquí y al ahora. No sabéis cómo me gustaría compartir todo lo que siento. De ahí también este blog. Pero mis metas son más grandes. Siempre he sido ambicioso en eso, jeje.
Creo que estoy un poco más iluminado y, teniendo ésto en cuenta, tampoco he de perder el norte y dejarme llevar hasta una situación que me haga infeliz. Quiero estar seguro de lo que hago y por qué lo hago.
Bien, pues lo que quiero es seguir sintiendo, como los románticos de la época de Bécquer o alguno de esos, las emociones en su máxima expresión. Ya pueden ser a solas echándome en la arena de una playa, relajado a media mañana, para concentrarme en los rayos del sol que atraviesan mi ropa y penetran en mi cuerpo; o puede ser acompañado (y últimamente me apetece más que sea compartido, jejeje), porque creo que el sentido de mi vida es la influencia que he tenido en el resto de personas. ¡¡Al igual que todo el mundo!!
Todos tenemos ese poder. Sin darnos cuenta, o bien queriéndolo, influimos en los demás. Y qué mejor que ser una buena "influencia".
Por mi parte, lo que creo que mejor se me da y/o que más me gusta, es emocional. Transmitir. Sí, creo que es lo mío. Transmitir. Y a veces es tan dificil...
Al final, este post va a incluir más de lo que yo esperaba al principio. Sin quererlo estoy sacando todos esos pensamientos aislados que han ido viniendo a lo largo del tiempo y que en el fondo están conectados con una misma idea indefinida pero clara en sentimiento.
No sé si acabar aquí. JAJAJAJA.
Creo que tengo que hacer una lista con las reflexiones que, en general, son las que siempre vienen a mí de una forma u otra, y hacen que sea quien soy y lo que soy.
Hoy dejo una:
Yo siempre he pensado que la vida es un regalo. Nos ha sido ofrecida gratuitamente y sin esperar nada a cambio. Es bello y altruista. ¿Por qué no aprovecharlo?